Una segunda vida para los contenedores abandonados en forma de vivienda

Paco Sánchez López Professor d'Edificació i Obra Civil Institut Provençana

En un momento en que la economía circular y sostenible adquiere mayor protagonismo en la sociedad actual como modo de afrontar el agotamiento de combustibles fósiles, son muchos los que estudian cómo aplicar esa sostenibilidad a otros retos de nuestra vida, como el problema de la vivienda.

Entre las propuestas más imaginativas, el Institut Provençana de Barcelona planteó la posibilidad de articular una respuesta al problema de la vivienda que a la vez supusiera una solución para otro desafío, el abandono de contenedores intermodales en el mundo. En concreto, se calcula que podría haber hay unos 17 millones de contenedores abandonados, debido al coste de enviarlos de vuelta a su punto de partida, generando un problema de residuos.

Esos contenedores ofrecen una durabilidad amplia, al estar diseñados para soportar las peores condiciones climatológicas, se pueden transportar de una manera fácil, y son baratos, condiciones perfectas para poder convertirlos en viviendas en aquellas zonas donde el acceso a la misma es un problema a causa de los altos niveles de desempleo.

De modo paralelo, todo el proceso de conversión supondrá un camino de aprendizaje para el centenar de estudiantes del FP que se involucrarán en el mismo, convirtiendo todo lo aprendido en tutoriales que se puedan exportar para replicar el modelo de vivienda en aquellos lugares donde se necesiten.

Como en la mayoría de proyectos, el salto de las musas al teatro tiene que venir acompañado de un apoyo económico que convierta esos sueños en realidad, algo que el Instituto Provençana encontró en la Convocatoria de Ayudas Dualiza, una convocatoria de ayudas de Fundación Bankia para proyectos presentados por centros de FP acompañados de empresas.

Su idea fue seleccionada como una de las más innovadoras del país, por lo que recibieron apoyo suficiente para poder llevarlo a cabo. El espacio fue escogido en el propio centro y el contenedor donado por el Puerto de Barcelona.

Con los dos elementos requeridos básicos se pusieron a trabajar, con un pequeño cambio. En lugar de construir una vivienda que quedaría inservible en el centro optarían por otra opción que les permitiera obtener los mismos conocimientos pero que luego sirviera para dar vida al contenedor. La posibilidad de una ludoteca estuvo sobre la mesa pero finalmente se optó por un vivero de empresas. Dos alas diferenciadas y un hall, que permita tener un lugar de trabajo a los estudiantes graduados en el propio centro para poder lanzar sus primeras empresas.

El proyecto avanza a buen ritmo y en breve será capaz de acoger hasta a cinco personas a la vez que trabajen en hasta tres empresas. De modo paralelo se elabora los materiales didácticos para poder compartir el conocimiento.

Y en una siguiente fase, el Provençana estudia diferentes opciones de continuidad como la creación de una cooperativa con exalumnos para el diseño y la construcción de estos equipamientos o la colaboración con entidades locales para que todo lo aprendido contribuya a una mejoría en la ciudad en forma de habilitación de viviendas para quienes más lo necesitan.