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La nueva FP: retos para el profesorado 
 

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La nueva FP: retos para el profesorado 

8 de abril de 2024

Óscar Boluda Profesor de Formación Profesional y autor del blog Efepeando Escuela Profesional Xavier

Esta dualización global nos convierte a todos, en mayor o menor medida, en tutores de dual en función de cómo estructuremos los aprendizajes a lo largo del curso y durante la etapa de prácticas en la empresa.

Conforme se acerca la aplicación de la nueva Ley de FP van surgiendo dudas y cuestiones acerca de cómo nos afectan a los docentes los cambios que conlleva y que se están materializando en la publicación de órdenes y decretos. Este nuevo sistema de Formación Profesional, todavía por concretar en las distintas comunidades autónomas, implica ciertas modificaciones curriculares y, sobre todo, una programación a nivel de módulos bien distinta en cada uno de los ciclos de grado básico, medio y superior (los futuros grados D).

Una de los cambios más relevantes supone la dualización de todos los ciclos a través de
prácticas en empresas durante el primer y segundo curso. La llamada “Fase de formación en empresa u organismo equiparado”, que ahora denominamos como “Formación en Centros de Trabajo (FCT)”, cambia su significado con una dualización que se extiende a todos los ciclos formativos y que nos cambia el escenario. Hasta ahora, a nivel estatal, la introducción de la FP Dual ha sido muy minoritaria así como de aplicación dispar según la comunidad autónoma.

La nueva Ley Orgánica 3/2022 de ordenación e integración de la Formación Profesional
pretende, con esta dualización, que durante la formación de los estudiantes en las
empresas se alcancen unos mínimos resultados de aprendizaje (RA) del currículo extraídos de los distintos módulos que componen cada título. Uno de los retos a los que nos enfrentamos, vendrá de la selección de esos RA por parte de los equipos docentes que, sin duda, necesitarán trabajar de un modo coordinado con los centros de trabajo. En cada ciclo deberemos incluir en torno al 20% o 40% de los resultados de aprendizaje (según sea una dual general o intensiva) del total de los módulos profesionales que lo comprenden.

Concretar los RA va a suponer un esfuerzo extra y una colaboración más estrecha con los centros de trabajo para cribar aquellos aprendizajes que sean más factibles en la empresa y qué módulos son más susceptibles de verse afectados (en principio todos los módulos parece que podrían ser dualizados).

Todo ello vendrá determinado dentro de un Plan de Formación personal donde cada
estudiantes conocerá aquellos resultados de aprendizaje a desarrollar en el centro
educativo y en la empresa. Lo que viene a sumar una mayor complejidad organizativa en la gestión y evaluación de la formación de cada estudiante en una FP más exigente y
condicionada por la colaboración de las empresas. En este primer curso, sin transición
alguna, deberemos dualizar los currículos adaptándonos al sector económico de cada
familia profesional y a las particularidades de nuestro territorio gracias a la flexibilidad que la ley nos concede. El profesorado y los equipos directivos, junto al alumnado de FP, vamos a precisar un cambio de mentalidad en un proceso que va a implicar cambios sustanciales en la gestión de los horarios. En definitiva, esta dualización global nos convierte a todos, en mayor o menor medida, en tutores de dual en función de cómo estructuremos los aprendizajes a lo largo del curso y durante la etapa de prácticas en la empresa. Explicar convenientemente estos cambios a las empresas, que previsiblemente tendrán una mayor rotación de estudiantes y más competencias para con los estudiantes, será vital para su implicación.

Por otro lado, la dualización nos exige conocer una normativa específica para la cotización a la Seguridad Social del alumnado en función de la remuneración o no de sus prácticas.

Además, puede suponer una mayor carga de trabajo tanto a nivel de prospección de
empresas como en la gestión de altas, bajas y liquidaciones a la Seguridad Social, aún
teniendo en cuenta la tramitación actual por parte de las distintas administraciones
educativas.

Para más inri, todos estos retos los debemos afrontar próximamente en el curso 2024-2025.

Otros retos que contempla la nueva FP se trasladan a través de la exigencia de innovación e investigación aplicada. Desde los centros de FP deberemos garantizar el conocimiento de las nuevas tecnologías y las oportunidades que ofrece la transformación digital; sin perder de vista la accesibilidad universal (otro desafío que precisará de recursos específicos para atender a la diversidad que nos encontramos en las aulas). Asimismo, las metodologías de aprendizaje deben apuntar hacia una formación basada en proyectos o retos donde los estudiantes ganen en autonomía y autoaprendizaje. Será imprescindible la coordinación de los equipos docentes de cada ciclo formativo, teniendo en cuenta las dos opciones que ofrece la nueva normativa en cuanto a la evaluación: una, sin diferenciar por módulos profesionales, recogerá todos los resultados de aprendizaje de la programación del curso; y, otra, en el caso de trabajar por módulos profesionales y proyecto intermodular, una evaluación que tendrá en cuenta la totalidad del ciclo. Todo ello también deberá suponer un avance hacia una evaluación que no sea únicamente sumativa sino también formativa (con todo lo que ello implica en nuestras competencias docentes).

En definitiva, la nueva Ley viene repleta de cambios que van a resultar laboriosos por las implicaciones organizativas que suponen a nivel académico y el cambio de mentalidad de toda la comunidad educativa que participa activamente en la FP: docentes, estudiantes y empresas. Las modificaciones en ciertos módulos, la eliminación o aparición de otros nuevos, precisará de una carga de trabajo y una dedicación en un curso próximo que se anticipa intenso a falta de concretar currículos y otras cuestiones que están por desarrollar.

Se adivinan cambios organizativos sustanciales (modificaciones horarias, necesidades en las plantillas, transitoriedad, convivencia con el sistema actual, etc.) que se añaden a la eliminación de ciertos módulos (Formación y Orientación Laboral, Empresa e Iniciativa Emprendedora, Formación en Centros de Trabajo, Proyecto Fin de Ciclo, Horas de libre configuración) y a la aparición de otros nuevos (Itinerario Personal para la Empleabilidad, Proyecto Intermodular, Digitalización Aplicada al Sistema Productivo, Sostenibilidad Aplicada al Sistema Productivo, Optatividad e Inglés Profesional). Nuevos módulos que, según la especialidad docente, también significan la introducción de contenidos, recursos y competencias actualizadas. En los catálogos de las editoriales ya podemos encontrar materiales elaborados con la información disponible en los currículos básicos publicados.

Por otro lado, los equipos docentes de cada centro educativo, deberemos previsiblemente actualizar los contenidos de las programaciones didácticas, considerando las posibles modificaciones de los Reales Decretos de cada título y los currículos que cada administración educativa autonómica tenga a bien modificar. La Ley nos anima, en función del entorno socioproductivo y de las demandas laborales existentes en cada centro educativo, a adaptar la oferta de cada ciclo y las competencias que estos incluyan; promueve las adaptaciones curriculares necesarias dentro de la autonomía pedagógica que nos concede la normativa.

La mentalidad, la sensatez y la flexibilidad con la que afrontemos estos cambios de la nueva Formación Profesional determinarán el éxito de un sistema que tiene como reto conjugar los requerimientos empresariales con las necesidades formativas y personales de nuestros estudiantes.