Llegar al final del MOOC no es una línea de meta, sino una oportunidad para hacer balance con calma y sentido. En esta última unidad hemos dejado atrás el vértigo de las herramientas, los mapas conceptuales y los escenarios de transformación para mirar de frente a una dimensión tan profunda como decisiva: la evaluación. Y lo hemos hecho desde un lugar distinto. No como una casilla que hay que completar, ni como una simple medición de resultados, sino como un espacio para el encuentro, la escucha, el acompañamiento. Porque evaluar, puede ser clasificar, categorizar, dejar pasar o descartar… o puede ser acompañar, ayudar, alcanzar, reorientar… o, en una palabra: cuidar. Esta unidad nos ha propuesto replantear la evaluación desde un enfoque restaurativo y competencial. Un enfoque que reconoce los saberes diversos del alumnado, que pone en valor las trayectorias y no solo los resultados, y que entiende que evaluar no es cerrar, sino abrir posibilidades. Se ha buscado cambiar la mirada, dejar de poner el foco en la calificación y ponerlo en el acompañamiento. Hemos explorado cómo llevar al aula una evaluación basad en confianza que:
genere diálogo en lugar de juicio.
busque el rigor, sin dejar de lado el bienestar.
y conecte con la realidad del aprendizaje profesional, donde los errores se analizan, se corrigen y sirven para aprender y mejorar.
Desde la evaluación reflexiva basada en rúbricas, pasando por las evidencias del proceso de aprendizaje, hasta las herramientas digitales inclusivas, esta unidad ha sido un pequeño laboratorio de propuestas para una evaluación más humana, más universal, más justa.
En el recorrido hemos conocido herramientas que suman, sobretodo cuando se usan con sentido, como por ejemplo:
el feedback constructivo,
los diarios de aprendizaje,
las rúbricas competenciales,
el portafolio digital,
o las co-evaluaciones formativas.
Pero sobre todo, hemos comprendido que la clave no está en la herramienta de evaluación, sino en el para qué evaluamos. Evaluar con sentido es saber elegir los instrumentos que ayuden a visibilizar el proceso, a reforzar la confianza, a construir aprendizajes transferibles. Es dar a cada estudiante la posibilidad de mostrar lo que sabe de muchas formas posibles.
Como cada semana, lo más valioso ha llegado de vuestras aportaciones. Vuestras voces, que acompañan y transforman. Aquí recogemos algunas que iluminan cómo evaluar puede ser también un acto de cuidado y de justicia educativa:
En su reflexión Nuevas modos de evaluar, Victoria Margüello ofrece un testimonio especialmente valioso para entender cómo la evaluación puede ser una herramienta de transformación pedagógica y emocional. A través de su mirada como profesional de la orientación, propone incorporar nuevas formas de observar el aprendizaje desde una lógica restaurativa y profundamente humana. En su canvas destaca la necesidad de mantener el vínculo entre evaluación y práctica reflexiva, valorando actividades como la búsqueda activa de entidades del entorno y la aplicación real de los contenidos trabajados. Plantea incorporar mecanismos de seguimiento más ajustados al alumnado, integrando indicadores que midan no solo conocimientos, sino calidad de la información recogida, actitud crítica y sentido profesional. Lo más potente, sin embargo, es su mirada crítica hacia lo que desea omitir: aquellas prácticas evaluadoras mecánicas, basadas en la repetición o la simple transmisión, que no generan transformación. En su lugar, Victoria propone avanzar hacia un modelo que reconozca las emociones, dé sentido al error y fomente la autonomía progresiva del alumnado. Su propuesta se valida no solo en dinámicas internas, sino también en momentos colectivos de contraste, donde el profesorado se convierte en comunidad que aprende y evalúa en red. Una aportación que recuerda que evaluar es también mirar con empatía y actuar con coherencia.
En su Canvas para el aprendizaje continuo, Susana Gómez Alabalá ofrece una mirada comprometida y lúcida sobre lo que significa enseñar y evaluar en clave de transformación. Susana propone mantener el valor de seguir investigando entidades del sector y aplicando en clase lo aprendido, reivindicando una evaluación que se nutra de la realidad profesional e incorporar acciones concretas: diseñar unidades didácticas que incluyan procesos de transformación digital, transversalizar el enfoque sostenible, e integrar metodologías activas para renovar el trabajo en equipo. Especialmente potente resulta su reflexión donde reconoce la necesidad de construir presentaciones más visuales y coherentes con el mensaje, lo que revela una mirada crítica y exigente consigo misma. Señala, también, que las herramientas empleadas no siempre facilitan la comprensión del contenido y propone explorar nuevas formas de acompañar el aprendizaje, lo cual apunta a una evaluación centrada en la experiencia del otro. Susana afirma que quiere compartir lo aprendido con sus compañeras y repensar colectivamente el modelo de enseñanza-aprendizaje en su centro. No se limita a mejorar individualmente: aspira a impulsar el cambio desde dentro del equipo docente. Y todo esto lo hace con objetivos claros: que el alumnado comprenda el valor de los contenidos para su futuro profesional y se sienta parte de un proceso transformador. Este canvas es una muestra clara de cómo evaluar desde el MIMO no es un juego de palabras, sino un acto profundo de implicación ética, pedagógica y emocional. Una evaluación que transforma porque nace del deseo sincero de hacerlo mejor, para y con las demás.
En su Canvas de cierre, Jorge Antonio Verdú Tortosa propone una evaluación auténtica, estratégica y conectada con el día a día de la docencia en FP. En el apartado Mantener, reivindica prácticas esenciales como la búsqueda de referentes institucionales y la aplicación práctica de los contenidos, con el objetivo de afianzar aprendizajes que no se queden en el aula, sino que generen valor real para el entorno profesional del alumnado. En Incorporar, apunta directamente al núcleo de la innovación educativa: propone integrar procesos más amplios de reflexión colectiva, fomentar la evaluación colaborativa, y articular dinámicas que permitan trasladar los aprendizajes digitales al propio diseño curricular del centro. Es una apuesta clara por convertir la evaluación en motor de cambio organizacional. En Mejorar, identifica con honestidad que muchas veces los materiales quedan anclados en lo teórico y que hace falta trabajar más la contextualización, la claridad y la secuenciación pedagógica. En Omitir, menciona prácticas que generan desconexión emocional o saturación informativa, abriendo así la puerta a una evaluación más humana y centrada en lo esencial. Sus compromisos van más allá del aula: quiere revisar con su equipo los indicadores de seguimiento del alumnado, abrir espacios para el contraste entre profesorado y plantear nuevas preguntas sobre la evaluación competencial. Jorge no solo evalúa para aprender, sino también para cuidar los procesos, los vínculos y la mejora institucional compartida. Su propuesta encarna con fuerza el espíritu del MOOC: aprender con rigor, transformar con sentido, y evaluar con compromiso.
También realizamos el cuarto evento en directo del MOOC donde hablamos del diseño, pedagogía y los bots que nos han acompañado en este proceso. Aquí puedes verlo:
EL MOOC toca a su fin… o no. Hay una frase atribuida a Lao-Tse que dice:
“Un viaje de mil millas comienza con un primer paso”
Quizás este MOOC acaba de empezar y lo que hemos visitado en este MOOC apenas empieza a desplegarse, eso está en tus manos. El reto ahora es trasladar esta mirada evaluadora y lo aprendido en el MOOC, a nuestras prácticas reales: en claustros, en ciclos formativos, en proyectos integrados. La evaluación, entendida como cultura, puede transformar nuestros centros. Puede ayudar a recuperar el sentido de por qué y para quién enseñamos. Puede construir relaciones más horizontales con el alumnado y entre el equipo docente. Puede ser palanca de equidad, de bienestar y de mejora continua.
Gracias por caminar con nosotras por este MOOC con tantas ganas de aprender como de compartir. Por atreverte a mirar la evaluación con otros ojos. Por defender una Formación Profesional donde la tecnología, la sostenibilidad y la justicia van de la mano.
“Evaluar no es controlar. Es escuchar. Es reconocer. Es confiar en que quien aprende puede ir más lejos… si camina acompañado.”
Seguimos compartiendo caminos. Con más preguntas, con más herramientas, con más comunidad. ¡Salud y aprendizajes!